domingo, 16 de diciembre de 2012

Hagamos de esto una inmensa historia.


Un mes es solo un espacio temporal, es simplemente un periodo de tiempo, no tiene nada de especial. Pero, para mi, este mes sí que tuvo importancia, y mucha. Fue un mes diferente, un mes en el que no hubo día en el que no estuviera la mayoría del tiempo con una sonrisa en la cara. La razón de todo esto es solo una: ÉL. Mi tonto, mi vida. Él es la razón de la inmensa mayoría de mis sonrisas, la razón de que cada mañana no me cueste levantarme, de que me gusten los lunes, la razón de que cuanto todo parece negro salga el arco-iris. Es mi razón de ser. Ya me puede ir todo mal que él va saber de donde sacarme una sonrisa. Me protege, me cuida, me trata como una princesa. Nunca me imaginé que existiera alguien así y menos aun que tuviera la suerte de que apareciera en mi vida. A su lado el único miedo que puede existir es el miedo de que falte algún día, pero no quiero ni que se me pase por la cabeza. 
Nunca me sentí tan a gusto con alguien, porque a parte de ser lo que es, es mi mejor amigo, en la persona en que puedo confiar, es lo mejor que cualquiera pueda tener y aun no me explico aun que hice para merecerlo, que hice para "que sea mío". De verdad, es que es la persona con mayor corazón existente, es todo bondad, es un amor, es mi amor. Lo quiero más de lo que cualquier persona se puede imaginar y lo único que pido es que no me falte, ese sería mi mayor regalo de navidad. Le debo mucho y se lo pienso dar, porque por merecer, se merece la luna. Pero por ahora, lo único que le puedo decir es:

Gracias cariño, gracias.




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